- Marcia Morgado
Comida y Moda en el Fashion Institute of Technology

La moda —en su definición más amplia— determina quiénes y cómo somos. La moda conforma nuestras preferencias tanto en lo que comemos como lo que vestimos, pero también impacta la música que escuchamos, los lugares donde viajamos, y hasta los nombres que seleccionamos para nuestros hijos.
El gusto impulsa las selecciones desde comida rápidas y ropa fabricada masivamente hasta la alta cocina y costura. Aunque el poder adquisitivo influye, mucho de lo que determina nuestras preferencias radica en la cultura, estilo de vida y forma de pensar.
Estos son algunos aspectos que analiza la exhibición Food & Fashion (Comida y Moda), que puede visitarse entre el 13 de septiembre y el 26 de noviembre en el museo del Fashion Institute of Technology (FIT, por sus siglas en inglés), en New York. La ambiciosa exhibición presenta 80 vestimentas y accesorios, desde el traje Barra de Chocolate, que Moschino lanzó en 2014 hasta el atuendo Brasserie Chanel, diseñado por Karl Lagerfeld en 2015. Entre los accesorios, destacan los simpáticos minaudières de Judith Lieber, entre ellos el Dónut que lanzó en 2019. También los bolsos de patatas fritas o hamburguesa, diseñados por Delvaux en 2017.


Food & Fashion explora cómo la comida ha influido la moda del siglo 18 en adelante, y las maneras cómo se usa para comentar sobre temas sociales, del consumismo al activismo
No obstante que en el siglo XV aparecieron las células del capitalismo, no fue hasta el XIX que se solidificó. Sin dudas, la Revolución Industrial contribuyó a su desarrollo, dando paso a una transformación en la comida y la moda donde la hegemonía de la clase dominante perdió el control absoluto, dando paso a mercados de consumo mucho más variados.
A mediados del siglo XIX era imposible que se repitieran las condiciones que originaron la haute cuisine y la haute couture. En el siglo XVII el criterio y las preferencias —en cuanto a comidas y vestimentas—, de un autócrata como Luis XIV imperaban; de ahí que se convirtieron en símbolos de la superioridad francesa. Esos códigos sociales que, por ejemplo, determinaron la manera de vestir para cenar durante la Belle Epoque, porque con ello se comunicaba una doble demostración de refinamiento, coordenadas que perduraron por largo tiempo.

El capitalismo y la propulsión de la democratización social a partir de la Segunda Guerra Mundial contribuyeron a la confluencia entre los gustos elitistas y los populares, resultando en fenómenos sociales como el Arte Pop de los años Sesenta. En figuras claves de ese movimiento, tales como Andy Warhol, la fusión comida, moda y arte se repite: los tres formaban parte intrínseca del universo de Warhol.
Numerosos académicos y estudiosos han analizado la relación comida, ropa, cultura; entre ellos el teórico francés Pierre Bourdieu quien concluye que en Occidente se utilizan tres elementos para ejemplificar la distinción social: comida, cultura y presentación (que incluye vestimentas). Entretanto, el filósofo y semiólogo Roland Barthes expone que comida y moda sirven cómo símbolos para definir y darle sentido al mundo en el que vivimos.

Una vez más el FIT presenta otra innovadora exhibición. Comida & Moda comienza con la sección Un día de comida y moda; contexto por donde los visitantes transitan del desayuno a la cena. Seguidamente aparecen las secciones: La cocina de moda, El mercado, Cena de comida rápida, y Restaurante de alta moda. La sección La cámara come primero, explora el espacio omnipresente de las redes sociales.
La muestra continúa con la recreación de un salón de comidas con diez puestos donde se exploran diversos temas, entre ellos: Alta costura/Alta cocina, con un traje de damasco rosa que data de 1765; Vestir para cenar presenta trajes apropiados para la élite social acordes a las horas de tomar el té, disfrutar cócteles y cenar. Un festín para la mirada analiza cómo la comida, la moda y el arte confluyen en diseños contemporáneos, tales como el vestido que Comme des Garçons diseñó en 2018 usando un retrato del emperador Rodolfo II por Giuseppe Arcimboldo en 1590, o el sombrero Elsa Schiaparelli, en forma de un bocadito de crema de cacahuetes y jalea, por la sombrerería Stephen Jones en 2017. En el puesto Libro de cocina-moda aparecen libros de cocina en los que diseñadores de moda expresan creatividad culinaria.
Las expresiones culturales canalizadas mediante el diseño y la comida es el tema de Somos lo que comemos, artículos como la caja bento que Issey Miyake creó para celebrar el 20 aniversario de su tienda de Soho en 2018, en ella accesorios de moda reemplazan el sushi. Femineidad, cultura e identidad aparecen en la sección ¿Azúcar, especias y todo lo bueno? donde se llama atención a algunos estereotipos asignados a la femineidad tanto en el vestido de Junya Watanabe estampado con perlas y postres en 2001, como en los minaudiéres de Judith Lieber, uno en forma de dónut, otro de tomate y uno de helado.

La colaboración entre Rick Owens y el sindicato United Farm Workers’ Union para su colección primavera 2020 aparece en Activismo y protesta; la moda encuentra claves en los movimientos asociados a la comida para enfocar la necesidad de obtener justicia social y activismo. En Alternativa creciente se observa la relación entre la moda y la comida lenta dada a conocer gracias a la chef Alice Water, de Chez Panisse. La búsqueda de sostenibilidad se refleja en la colección Jardín y plato, de Mimi Prober para la colección 2021, en ella figuran telas teñidas con aguacate y granada. De la moda a la nevera, enfoca tecnologías que apoyan la sostenibilidad mediante la transformación de desechos de comida en telas, evidente en la colección otoño 2020, de Marina Hoermanseder, en la que usa cuero hecho con desechos de la piña mediante la tecnología Piñatex.
La sección final, Cuerpos consumidores, profundiza en la comida y el cuerpo de moda, que en el siglo XX insistía en la delgadez. La marca Chromat desafió la idea que delgadez es sinónimo de belleza; en 2018 modelos de diferentes características físicas desfilaron por la pasarela comiendo Flamin’ Hot Cheetos.

La provocadora exhibición —organizada por Melissa Marra-Alvarez, comisaria de educación del museo FIT y Elizabeth Way, comisaria asociada del museo, encargada de vestuario—, brinda una mirada panorámica y oportunidad de comprender y analizar la importancia de la comida y la moda en nuestras vidas diarias. Dado que lo queramos o no, ambas nos impactan de diversas maneras y es mejor conocerlas a fondo: Aquí tienes la oportunidad.


Museo en el FIT
227 W 27 Street New York City, NY 10001-5992
Horario:
Miércoles a viernes: Mediodia – 8:00 p.m. Sábado y domingo: Mediodia – 5:00 p.m. Lunes y martes: Cerrado
Para más información visita www.fitnyc.edu.
Fotos: ©The Museum at FIT