- Jeanette Carolina Quiroz
Mujeres liderando la vida en comunidad

He tenido la oportunidad y fortuna de pertenecer a comunidades femeninas que impulsan el crecimiento, el desarrollo personal y que funcionan como puente de conexiones. Este acompañamiento femenino facilita el camino y en muchos casos se traduce en un primer paso de cualquier gran recorrido que decidimos emprender.
¿A cuántas nos ha tocado sentir la competencia femenina? Esa sensación de rivalidad que solo se traduce en restar esfuerzo en la escalada que nos ha tocado asumir en empresas y organizaciones, para ser validadas y reconocidas con igualdad de condiciones para asumir altos cargos gerenciales, ejecutivos y directivos. El querer brillar apagando la luz de otra realmente ha pasado factura, hemos desviado esfuerzos e intención, pero como la moneda tiene dos caras, hemos visto como cuando nos unimos, podemos llegar a ser completamente visibles y reconocidas a viva voz e impulsar los cambios que queremos ver en el mundo, como dijo Ghandi. Apoyándonos, remando hacia un mismo lado y generando ese ambiente colaborativo entre nosotras es más fácil, por ejemplo, diagnosticar problemas y descubrir soluciones eficaces paso a paso para los desafíos y retos que sugiere irrumpir en los conocidos “Boys Club” a nivel empresarial. Entonces reafirmamos que juntas no solo es mejor, sino más efectivo.
“La grandeza de la mujer es generar conexiones que inspiren e impulsen el crecimiento y desarrollo personal”
Y es que la fuerza femenina y el rodearme de personas vitamina muchas veces me han aclarado ese para qué y cómo lograrlo del que a veces me desconecto. Liderar nuestra vida comienza por autoconocernos, para poder gestionarnos y relacionarnos con los demás, y ese autoconocimiento parte de la autoobservación, ese tomar distancia de nuestros pensamientos, creencias y emociones para comenzar a identificarlas, cuestionarlas y aprender a gerenciar nuestra paz pese a las circunstancias y nuevamente esa capacidad de resiliencia y vulnerabilidad que nos define como mujeres nos impulsa a convertirnos en esa versión mejorada que se sigue desarrollando con cada experiencia. Haciendo énfasis en lo poderosas que somos cuando nos juntamos, quiero compartir contigo algunas actitudes claves que nos ayudan a liderar nuestra vida:
Pensar en gratitud
La queja es una gran enemiga de la transformación. Cuando vivimos en la queja nos fijamos en lo que no tenemos, en lo que no nos gusta y todo eso nos molesta. Para comenzar a liderar nuestra vida es imprescindible girar la atención y agradecer por lo que somos y tenemos, desde lo más sencillo y que damos por sentado (respirar, ver, sentir) hasta lo más tangible (la familia, amigos, hogar). Cuando experimentamos gratitud, se liberan neurotransmisores como la dopamina y oxitocina (hormona del amor) que nos hace sentir felices, calmados y relajados.
Aceptar y ocuparnos
Cuando vivimos en esas situaciones que escapan de nuestro control es normal generar resistencia a lo que perdemos, a salir de nuestra zona de confort. La clave en este punto es soltar, aceptar las cosas tal como suceden nos libera de la carga de tratar de cambiar lo externo, recordando que aceptar no es resignarnos, porque lo segundo nos paraliza y nos convierte en espectador, mientras lo primero nos invita a la acción, convirtiéndonos en protagonistas con foco y atención. Desde la aceptación se nos aclara el panorama porque soltamos esa fuerza de resistencia, liberamos la carga y nos podemos enfocar en el desarrollo de nuestra fortalezas y oportunidades de mejora para fluir en lugar de sufrir.
Pasa del miedo a la curiosidad
¡Activa tu modo descubrimiento! El miedo estará siempre allí cuando nos enfrentemos a una situación nueva. El miedo es una emoción de mucha utilidad para mantenernos alerta, pero se vuelve en contra cuando nos paraliza. Allí es cuando la curiosidad ayuda a descubrir cosas nuevas, construir nuevas experiencias, habilidades, y muchas cosas más.
Observa y evoluciona en el aprendizaje
La mayoría de las veces el estrés se genera de los juicios y críticas que nos hacemos, esto agrega una carga emocional importante a nuestra experiencia, lo que generalmente nos tensa y evita que fluyamos con tranquilidad, porque nos predispone a lo que pueda pasar. Cuando nos dedicamos a observar nos desligamos de esa carga emocional, porque la observación se basa en hechos reales y no en prejuicios y valoración. Se trata de convertirnos en un observador consciente, tomar distancia de nuestra mente e identificar esos pensamientos y comportamientos que nos limitan y alejan de nuestro bienestar. Convertirnos en observadores de lo que vivimos nos genera tranquilidad y nos permite fluir en la experiencia.
Muévete de la amenaza al reto
La gran diferencia radica en la manera o la actitud en que afrontamos los cambios. En lugar de verlos como un problema, nos ayuda bastante a plantearlos como retos. No es igual decir que este nuevo trabajo es difícil y/o complicado, a decirnos que este trabajo significa un nuevo reto y/o desafío en mi carrera. ¿Parece un simple juego de palabras? Es posible, pero asumir la nueva experiencia como un problema nos predispone y agrega una carga emocional negativa. A nuestro cerebro no le gusta sentirse amenazado, esta sensación incrementa los niveles de cortisol haciendo que se dispare el miedo y el estrés lo que cambiaría totalmente nuestro comportamiento. Por otra parte, sentirse retados o desafiados ante algo nuevo nos impulsa, nos motiva, nos llena de optimismo, eleva nuestros pensamientos, emociones y aumenta nuestros niveles de serotonina, promoviendo la cooperación, colaboración, sensación de bienestar, haciéndonos sentir más alegres.
Pasa de tus vivencias a la empatía
Suelta tus vivencias y sal a vivir con el mundo que te rodea. Observa cómo está siendo tu diálogo interno en la que nos repetimos frases como ¿por qué soy así?, ¿Por qué me pasa esto a mí? Esta actitud nos aísla de los demás y nos impide observarlos y cultivar relaciones personales desde la empatía, desde el interés genuino en el otro. Cuando cambias este estado consigues beneficios realmente importantes para las relaciones tanto personales como profesionales. En cada área nos aclara puntos de negociación, podemos generar alianzas y sobre todo cultivar relaciones saludables partiendo desde la empatía. A nivel cerebral, al experimentar la empatía la oxitocina está presente y nos permite sentirnos confiados, estimula la generosidad y la formación de vínculos permitiéndonos regular el miedo.
Sobre la autora:
Jeanette Quiroz es neurocoach de Vida y Bienestar, mindfulness y gestión emocional. Encontrarás más artículos de ella en su sitio web.