- Marcia Morgado
Arte: El poder de una amistad Stein y Picasso

Gertrude Stein y Pablo Picasso eran dos extranjeros procedentes de mundos muy diferentes que coincidieron en París a principios del siglo XX; allí sin hablar el idioma materno uno del otro, establecieron un lenguaje común con el cual solidificaron una amistad mediante con la que se impactaron mutuamente, repercutiendo en la evolución de los movimientos vanguardistas.
Stein nació en Pensilvania el 3 de febrero de 1874 en el seno de una adinerada familia hebrea de origen alemán. En cambio Picasso, nacido el 25 de octubre de 1881, fue el primogénito de una familia malagueña de escasos recursos económicos.

En 1876 la familia Stein se mudó, primero a Viena y más tarde a París. Un año después regresaron a Estados Unidos para establecerse en Oakland, California. Diez años más tarde, falleció la madre a consecuencia de cáncer y en 1891, murió el padre. Stein dejó Radcliffe College, donde estudiaba psicología, para matricularse como estudiante de medicina en la universidad John Hopkins, la cual también dejó cuatro años más tarde en 1901 sin graduarse.
Picasso contaba diez años cuando su familia se mudó a La Coruña donde el padre obtuvo una plaza como profesor en la Escuela de Bellas Artes; y él asistió al Instituto de Enseñanza Media de La Guarda. En 1896, la familia se mudó a Barcelona donde se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de Llotja. Aupado por el padre, comenzó a participar en certámenes. En 1899 Picasso respondió a una convocatoria para participar en la Exposición Universal de París —que habría de celebrarse del 15 de abril al 12 de noviembre de 1900—, sometiendo el óleo Últimos momentos con el cual fue aceptado. Picasso asistió a la feria en septiembre, regresó a Málaga y viajó a Madrid. Volvió a París en 1901 con motivo de una exposición en la galería Vollard.
En 1903, Stein retornó a París acompañada por Alice B. Toklas, su pareja hasta la muerte. Junto a Leo Stein, su hermano mayor, se instalaron en un apartamento en el 27, rue de Fleurus, en el 6to arrondissement. El lugar que poco después se convirtió en punto de encuentro para jóvenes escritores y artista tan diferentes como Ernest Hemingway y James Joyce, William Carlos Williams y Ezra Pound, Henri Matisse, Georges Braque y Juan Gris. Fue en ese contexto donde Picasso y Stein se conocieron. En París ella exploró un lenguaje literario innovador, creando una voz y estilo singular, utilizando las palabras no por su significado sino su sonido. Stein rompió patrones tanto en la poesía como la narrativa.
En 1904 Picasso se instaló en París definitivamente. Acompañado por Sebastià Junyer Vidal, también pintor y amigo cercano —objeto de un retrato de la Época Azul— alquiló en el 13 rue Ravignan. El interior del destartalado edificio situado en el barrio de Montmartre—apodado Bateau Lavoir por el poeta Max Jacob dado su parecido con las barcazas-lavanderías en el Sena—, estaba dividido en numerosos espacios disponibles por 15 francos al mes.

Stein le propició apoyo esencial a Picasso durante sus primeros años en París: fue su mecenas, y el puente para él conocer, y darse a conocer, entre artistas y escritores europeos y norteamericanos
La exhibición Gertrude Stein y Pablo Picasso: La invención de un lenguaje explora esa amistad y su consecuente repercusión en el desarrollo del cubismo. La exhibición en el Museo de Luxemburgo —sitio favorito de Stein—, que puede visitarse entre el 13 de septiembre y el 28 de febrero de 2024, consiste de dos partes: Paris Moment y American Moment.
Picasso vivía y trabajaba en Bateau Lavoir cuando conoció a Stein, quien se convirtió en su principal coleccionista. Allí fue donde pintó dos de sus obras más conocidas: el Retrato de Gertrude Stein (1906) y Las señoritas de Aviñón (1907), pintura icónica que cambió el curso del arte contemporáneo.

En medio del frío invierno de 1906, Stein llegó a Bateau Lavoir vestida con un traje de corduroy color marrón. Según ella escribió: “Picasso sentado muy rígido en su silla pegado al lienzo y con una paleta muy pequeña, de color marrón-gris uniforme, mezcló más marrón -gris y comenzó la pintura”. Ella posó a largo de tres meses, durante las sesiones ambos intercambiaban ideas que no solo marcarían la plástica, sino la literatura.
En la primavera de 1906, tras incontables sesiones, inconforme con el rostro Picasso borró la cabeza. No retomó el retrato hasta el verano, mientras los Stein vacacionaban en Fiesole, Italia. El nuevo rostro, en la pintura que Picasso comenzó al final de la Etapa Rosa, guardaba más relación con el magistral Madame Cezanne en una butaca roja (1877) y las máscaras africanas: dos de las principales influencias en la evolución del cubismo, evidente en Mujer con las manos juntas (1907), uno de los estudios para Las señoritas de Aviñón. Aunque Stein expresó desgano al ver el retrato terminado, se convirtió en una sus obras más preciadas, la cual legó al Metropolitan Museum of Art de New York. El cuadro ha sido tema de estudios y obras derivadas, tales como el acrílico y serigrafía Gertrude Stein (1980), de Andy Warhol.

La yuxtaposición de planos con los objetos deconstruidos, en una síntesis donde confluyen todos los puntos de vista, y el distanciamiento de las representaciones naturalistas son elementos clave del cubismo. El primer movimiento vanguardista del siglo XX y precursor de la abstracción
La segunda sección de la exhibición profundiza en la repercusión del binomio Stein-Picasso en las artes: en la reconstrucción de objetos cotidianos, repetición, formulaciones, serialidad y circularidad estrenadas por ellos. Evidente en obras de artistas como Jasper Johns, Bruce Nauman, Joseph Kosuth, Robert Rauschenberg, Andy Warhol y Félix González-Torres, al igual que en la música de John Cage y la danza, según Merce Cunningham.
Uno de los principales objetivos de la exhibición, organizada por la red de museística Réunion des Musées Nationaux-Grand Palais con la colaboración del Musée National Picasso-Paris en el contexto de Celebración Picasso 1973-2023, es promover la poética de Stein vis a vis la de Picasso. Tal como ella escribió: “Un escritor debe escribir con los ojos y un pintor pintar con los oídos”. Y así lo hicieron.



Fotos cortesía de Réunion des Musées Nationaux-Grand Palais